La Navidad es una fecha muy importante para la comunidad católica y cristiana porque se recuerda el nacimiento de Jesucristo, pero si de tradición y fervor católico se trata, la casa de Celia Gómez Morales, una tacneña de 70 años, es un ejemplo. Desde hace 115 años y de manera consecutiva su familia edifica el nacimiento del niño Jesús, el más antiguo de Tacna.
Su valor trasciende más por dos motivos: porque se inició en la época de la ocupación chilena y por conservar piezas originales como la sagrada familia de origen cusqueño.
Herencia. La historia de esta tradición se inicia con el matrimonio conformado por Victoria Villagrán y Wanceslao Morales. El segundo quedó viudo con cinco hijos. Una noche, la puerta de su casa fue pintada con la cruz negra. Eso, durante la “chilenización”, significaba que debía abandonar la ciudad, si no iba a morir. Wanceslao Morales emprende la huida con tres de sus hijos, dejando a las menores (de dos y diez años) al cuidado de una mujer llamada Ana Tapia, quien armaba el nacimiento en su vivienda desde hace 35 años.
Una de esas niñas que quedaron al cuidado de Ana era la abuela de Celia Gómez, que también se llamaba Celia, y a los 17 años se casó con Francisco Gómez. La mujer que la cuidó (Ana Tapia), como gratitud, le entregó el nacimiento que construía cada Navidad en su vivienda en la calle Alto Lima, en donde los vecinos se reunían cada 25 de diciembre para festejar al hijo de Dios.
Su abuela heredó el nacimiento a su madre, quien continuó la tradición hasta el 25 de diciembre de 1969, año en que falleció. Desde ese momento, Celia Gómez Morales se quedó con el nacimiento que arma en su casa, primero en Alto Lima y ahora en su actual vivienda en la calle San Martín Nº 1171.
Proceso de Armado. La edificación del nacimiento inicia en octubre y para ello cuenta con el apoyo de su hijo Manuel Vizcarra Gómez y sus nietos.
Celia Gómez Morales recuerda que cuando tenía 3 años un incendio casi destruye el nacimiento, ya que antiguamente se iluminaba con velas y no con luces, como se efectúa actualmente. “Ya se estaban quemando los cerros y cuando el fuego iba a consumir a la Sagrada Familia, mi madre exclamó: ‘Dios mío, mi Niño Jesús’ para que las llamas no alcanzarán a las figuras, y el fuego se apagó, fue un milagro”, cuenta emocionada.
Su familia cada 25 de diciembre programa una misa en recuerdo a su madre y efectúa un compartir en su vivienda con las personas que visiten el nacimiento.
Tesoros y recuerdos. Algunas de las piezas mostradas en el nacimiento de Gómez guardan grandes recuerdos, como la réplica de la Basílica de San Pedro en miniatura de 1981, las figuras de la vaca y el burro que tienen cabezas movibles y 70 años de antigüedad, los animales hechos de carey de 65 años con los que adorna lo cerros que erige alrededor del belén que construye.
Las puertas de su casa son abiertas al público el 24 de diciembre para que las personas aprecien el belenismo que con orgullo construye con sus manos. Los visitantes le dejan un recuerdo de su visita escrito en un cuaderno que guarda como tesoro.
Pero su desprendimiento llega más allá, ya que para el 6 de enero, fecha que se recuerda la visita de los reyes magos al niño Jesús, efectúa un agasajo para los niños que acuden a su casa a ver su belén, a quienes entrega regalos donados por amistades y familiares. A cambio solo pide que ellos recen el padrenuestro, el ave María y se persignen, para luego participar en un compartir con panetón y chocolate. Una hermosa tradición.

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