La tarde del jueves, como hace 18 años, la intensa lluvia presagiaba la llegada del desastre. El atronador sonido de las rocas cayendo desde lo alto de las quebradas y el temblor que provocaban en la pista y casas cercanas confirmaban que la noche sería, por decir lo menos, para llorar.
Desde su vivienda en el pueblo de Tambo de Viso, justo frente al río Rímac, la familia Doza Japay esperaba con resignación que no ocurra una tragedia. Sin embargo, alrededor de las 4:30 de la tarde, el miedo se apoderó de todos.
El riachuelo de San Miguel de Viso, que desemboca en el río Rímac a la altura del kilómetro 83 de la Carretera Central, bajaba cargado de lodo y piedras, lo que hizo colapsar el canal de concreto que guía su caudal. Era tiempo de huir.
ATRAPADOS
Joselin Doza, de 22 años, tomó a su bebé en brazos y huyó hacia la carretera. No obstante, muy pronto se descubrió atrapada entre dos frentes por la caída de los huaicos. Igual que en 1998, cuando ocurrió el último huaico en esta zona de Huarochirí, su familia evacuó hacia la misma vía, pero la lluvia provocaba deslizamientos en ambas partes del río.
Durante el reciente huaico, la familia Doza, así como sus vecinos, se sentían acorralados porque no había forma de dar aviso a las autoridades. El huaico derrumbó el único poste que les brinda el servicio de telefonía fija y los cerros bloqueaban toda señal de celular.
En igual situación se encontraban decenas de camioneros, quienes quedaron varados en medio camino entre Lima y Huancayo. Preocupados por su mercadería perecible (frutas y verduras, básicamente) muchos de ellos decidieron caminar para comunicarse con sus supervisores y familiares.
LENTITUD
“Es de todos los años. Cuando hay lluvia uno sabe que tiene que ir con cuidado”, cuenta Jorge Montes Oré, un joven conductor. “He tenido que caminar más de tres kilómetros para comunicarme con mis jefes y avisar a la familia, que estaba preocupada porque pasé la noche en la carretera”, añade.
Cerca de las 2 de la tarde de ayer, varios de sus colegas se agruparon y protestaron por la lentitud con que se gestionaba la llegada de maquinaria pesada para abrir la vía.
“Vino un ministro y funcionarios de Provías Nacional, incluso los del Ferrocarril Central, pero nadie nos dice cuánto tardarán en abrir la carretera. Nuestros productos se malogran en uno o dos días y nadie nos ayuda”, dijo Félix Torres, quien recorre la ruta desde hace 20 años.
Según la Superintendencia de Transporte Terrestre de Personas, Carga y Mercancías (Sutran), la vía tiene que permanecer cerrada al menos 24 horas. En vista de la situación se habilitaron tres rutas alternas a través de Cañete, Huaura y la carretera Pisco.
Trabajos. El deslizamiento de rocas también bloqueó la vía del ferrocaril. “Los daños son muy importantes, la vía ha sido cortada en cuatro lugares de manera fuerte, pero esperamos devolverle en 48 horas la transitabilidad”, declaró Juan de Dios Olaechea, presidente de Ferrovías.
Hasta el lugar del desastre llegó también el ministro de Transportes, José Gallardo, quien indicó que recién se está realizando un diagnóstico para diseñar el plan de intervención.
“Es un evento de características muy particulares. El huaico ha formado un dique en el río, causando que se desvíe y se suba a la carretera. La maquinaria que llegó en la noche no ha podido pasar”, declaró. Se informó que la maquinaria tendrá que llegar desde Huancayo en dirección a Lima.
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