Caminaba apresurado por las gradas del Ministerio Público de Huancayo, la gente que lo veía lanzaba carcajadas y lo saludaban. Era el jocoso “Chupetín”, sí aquel que hace unas semanas se casó maquillado y vestido de payaso, haciendo noticia a nivel nacional.
Esta vez, William Roy Rojas Tovar entró a la sede fiscal de Huancayo, con el terno que vistió en su boda. No fue a dar el Sí a su amada, sino acudió a comparecer ante el fiscal por una denuncia por usurpación.
MAQUILLADO. El cómico tenía la cara pintada de blanco, la boca en encendido carmesí, la nariz roja y sus enormes zapatos. Los agentes de seguridad le preguntaron serios: “¿usted señor tiene algún show?”. Chupetín respondió que no. Y aclaró que venía como persona natural , ya que tenía una confrontación con otro denunciado.
SE HIZO RESPETAR. “No me querían dejar entrar pero estaba con la hora y la citación se vencía, llegué vestido de payaso porque este es mi trabajo, querían que me desmaquille y esto demora media hora y no podía porque tengo la nariz pegada, pero es mi derecho acudir a la citación del fiscal y al final accedieron ”, comentó al salir de local del Ministerio Público ubicado en el distrito El Tambo en Huancayo.
En la diligencia que demoró cerca a dos horas, Chupetín se vio cara a cara con su ex inquilino de apellido Estrada, con quien se dijo de todo en el careo. El cómico mencionó que hace 3 años lo retiró de su predio ubicado en la avenida Huancavelica N°971 de Huancayo, porque tenía un local de diversión en su casa y cuando le dejó de arrendar esto provocó la cólera del sujeto, que un día se apareció con matones y fierros de construcción para invadir el inmueble.
LARGO JUICIO. Este proceso judicial es un dolor de cabeza para Chupetín, ya que en varias ocasiones es citado ante el Ministerio Público y como los horarios de las diligencias se cruzan con sus presentaciones de payaso, muchas veces deja su trabajo por concurrir a responder a la justicia como lo hacen muchos personas. En el frontis de local fiscal de Huancayo, Chupetín abordó su minibicicleta, que estaba al ras del suelo y donde apenas entraban sus pies avanzó jugando como un niño. Los curiosos no dejaban de reirse del payasito y le tomaban fotos para el recuerdo.