El aceite de coco ha ganado popularidad en la última década como un “superalimento”, pero la ciencia muestra un panorama mixto. Su principal ventaja radica en su contenido de triglicéridos de cadena media (MCT), que el cuerpo utiliza rápidamente como energía.
Esto lo convierte en una opción interesante para quienes buscan fuentes energéticas rápidas, como los deportistas. Además, su ácido láurico (grasa) tiene propiedades antimicrobianas, lo que podría beneficiar la salud intestinal y bucal.
Sin embargo, el aceite de coco también tiene desventajas. Es rico en grasas saturadas (alrededor del 90%), lo que puede aumentar el colesterol LDL, relacionado con enfermedades cardiovasculares.
Su consumo debe ser moderado; una cantidad prudente no debería ser mayor a 1 cucharada por porción, y no debe sustituir grasas más saludables, como las del aceite de oliva o los pescados ricos en omega-3.
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