Desde la cosecha, la producción u obtención y traslado, hasta la preparación en el hogar, un alimento puede contaminarse por organismos infecciosos como virus, bacterias y parásitos, los mismos que pueden secretar suficiente toxina para causar intoxicación.
Esta condición puede causar náuseas, vómitos, diarrea, sangrado, fiebre o dolor abdominal. Puede darse en forma leve y desaparecer o agravarse y necesitar atención médica.
Los alimentos o preparaciones con mayor posibilidad de cargar organismos infecciosos son: leche o embutidos no pasteurizados, lácteos de cabra (fiebre malta), agua, pescados y mariscos, alimentos crudos, huevo, queso, la superficie de enlatados, guisos o estofados mantenidos a temperatura ambiente, entre otros.
Una regla básica en la prevención es el lavado de manos antes y después de manipular los alimentos e higienizar el alimento y el lugar de preparación. Se debe evitar la contaminación cruzada (por ejemplo, utilizar la misma tabla de picar o usar utensilios de vegetales para cárnicos) y asegurar una conservación y cocción adecuada del alimento.
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