Si el impresentable presidente de la República, Pedro Castillo, se mantiene en Palacio de Gobierno es porque sus “Niños”, ayayeros y camaradas cerronistas del Congreso no tienen los pantalones para honrar a la Patria. O sea, el profesor sindicalista puede hacer lo que le da la gana en el afán de proteger a su prole de corruptos, como Bruno Pacheco, Juan Silva y uno de sus sobrinos, y no pasa nada, sigue entornillado al sillón de jefe del Estado que ganó, según todas las sospechas, por obra y gracia de un contubernio electoral.

No cabe la menor duda de que el mandatario expectoró del ministerio del Interior a Mariano González, con apenas 15 días en el cargo, porque agarró carne al perseguir sin tregua a los fugados y, como dice Juan Sheput, “eso no solo es infracción constitucional sino permanente incapacidad moral. El presidente debe ser vacado o destituido. El país no da para más”.

Hace rato que está jugando de gratis en el poder y quienes lo apañan es porque más piensan en la mamadera que en los intereses nacionales.