Las gaseosas son elaboradas con agua carbonatada, colorantes y con edulcorantes nutritivos (azúcar o jarabe de maíz de alta fructosa) o no nutritivos (aspartamo, acesulfamo de potasio, sucralosa, sacarina o ciclamato de sodio). Contienen, además, aditivos permitidos como saborizantes, preservantes (benzoato de sodio, sorbato de potasio), acidulantes (ácido fosfórico, ácido cítrico) y otros. Su preparación también incluye cafeína en cantidades variables, entre los distintos productos.

Un consumo eventual y muy moderado de bebida gaseosa (1 vaso pequeño) no debería representar un riesgo para la salud. Sin embargo, cuando hablamos de niños o un consumo excesivo incluso en adultos es, sin duda, un promotor de la obesidad y malnutrición, eleva el riesgo de pérdida de calcio y, debido a la cantidad de sodio, puede afectar a hipertensos.

El ácido fosfórico es un conservante común en gaseosas, así que el consumo diario en niños podría tener un efecto desmineralizante en huesos y dientes.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: