¡Qué tal! Hoy puso fin a la política activa un hombre que, como dice la Deutsche Welle, tuvo una enorme proyección internacional, principalmente por su estilo alejado de protocolos y sus discursos en plataformas globales volcados a valores humanos poco usuales en el lenguaje político".

A los 85 años, José “Pepe” Mujica, presidente de Uruguay entre 2010 y 2015, renunció este martes al senado, apurado por una enfermedad inmune que lo pone en peligro frente al coronavirus. “Me ha echado la pandemia”, escribió en un documento de despedida, agregando que “hay un tiempo para llegar y un tiempo para irse en la vida”.

Cuando presidente, Mujica nunca cambió su “bolocho” Fusca, año 1987, ganándose el apelativo de “el jefe de Estado más pobre del mundo”. Durante la cumbre G77+China, un jeque árabe le ofreció un millón de dólares por el volkswagen, pero él, enemigo de la opulencia, respondió: “Mientras yo viva, dormirá en el galpón y dará una vueltita”. Y hablamos de “Pepe” Mujica porque, próximos a elegir a un nuevo mandatario, los peruanos necesitamos paradigmas para no equivocarnos por enésima vez al votar.

Será un pecado capital llevar a Palacio a otro señor que termine denunciado por corrupción. Pero escuchemos a Mujica: “Aprendí que, si no puedes ser feliz con pocas cosas, no vas a ser feliz con muchas cosas”. “Hay gente que adora la plata y se mete en la política; si adora tanto la plata, que se meta en el comercio, en la industria, que haga lo que quiera, no es pecado, pero la política es para servir a la gente”.

“Llegué a presidente de mi país, pobre. Me voy igual que cuando llegué, pobre. No os puedo definir cuánto de rico soy ahora a haber contribuido a servir a mi país y no haber cambiado”. “No sientas vergüenza de usar la misma ropa, no tener un gran celular o andar en un auto viejo. Vergüenza es aparentar algo que no eres”.

Y la del estribo: “La vida es un milagro. Nada vale más que la vida”. ¿Tendremos un Mujica escondido por ahí? Esto fue todo por hoy, cierro el ojo crítico, hasta mañana.