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“Roba, coimea y encima demanda al Perú”, es la acertada tapa de Correo de este jueves en alusión a la indemnización de 1200 millones de verdes que pide la empresa corrupta Odebrecht al estado peruano por detener la concesión del Gasoducto del Sur.
Yo le agregaría otros calificativos a estos brasileños “frescos”, como los ha tildado inicialmente el primer ministro Vicente Zeballos, que apuestan por un arbitraje ante el Ciadi.
Conchudos, conchanes, descarados, caradura, sinvergüenzas, balandrones, pillos, mermeleros, corruptivos, rompemanos, aceitadores, granujas, cacos, chorizos, estafadores, cuatreros, bandidos, infractores, malhechores y demás.
Si esta empresa de los faenones logra ganarnos la demanda, estaríamos ante un episodio sin nombre y no solo quedaría disminuido el Gobierno, sino también el equipo especial Lava Jato, comandado por el fiscal Rafael Vela, para beneplácito por su puesto de los corruptos que buscan zafarse de la cárcel.
En buena cuenta, el Perú sería visto como un caído del palto, por decir lo menos. O más cojudinho do mundo.
O sea, una empresa nos pudre de cabo a robo, se tira abajo la clase política a punta de coimas y encima la premiamos con 1200 millones de dólares. Habráse visto.
Esto fue todo por hoy, voy a hablar con José Domingo Pérez, cierro el ojo crítico, hasta mañana.
