¡Qué tal!
Sería injusto para nuestro país que, en el año del Bicentenario, cuando más se debiera repetir a viva voz la proclama de San Martín (“El Perú es desde este momento libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende”), demos cabida a un Gobierno que melle la autonomía de acción individual y trastoque el ordenamiento democrático con caprichos trasnochados.
Parafraseando al Libertador, la impronta intrínseca al momento de sufragar en el balotaje tendría que ser algo así como: “Mi patria, a partir de hoy y gracias a mi voto, no será más tierra de nadie ni manejada por modelos foráneos que solo acarrean anarquía y hambre a la población. ¡Viva la independencia de poderes! ¡Viva la libertad de expresión y de prensa! ¡Y muerte a la Covid-19, el virus que nos ha inundado de luto!”
Ya todos sabemos de qué pie cojean los candidatos que llegaron a la segunda vuelta electoral y, aunque las encuestas denoten una marcada tendencia, jamás olviden que la idiosincrasia nacional es entrar en trance en la última semana de la campaña y, en ese ínterin, cualquier cosa puede pasar.
Por ejemplo: ¿Y si al lápiz se le quiebra la punta? ¿Y si, de tanto tajarlo, de vuelve minúsculo? ¿Y si el tractor delínea el sendero correcto? ¿Y si Kenji, como avéngers que es, ayuda en esta batalla por los votos de tantos indecisos? Vayan preparando la canchita.
Y es que en los días que restan para el 6 de junio se impondrá el afán de ganar, cueste lo que cueste, y la exposición de la problemática nacional y sus soluciones será vital. En ese sentido el qué y el cómo sobre: pandemia, inseguridad, crimen organizado, corrupción, empleo, educación, crecimiento económico, infraestructura sanitaria y refundación de la Policía Nacional recobran suma importancia.
Y, claro, los dos debates entre ellos, organizados por el Jurando Nacional de Elecciones, resultarán definitivos, de vida o muerte. Esto fue todo por hoy, cierro el ojo crítico, hasta mañana.