Desde que el óvulo fecundado se implanta en el útero materno, este nuevo ser se nutre directamente de los recursos abastecidos por el cuerpo de la madre y que llegan al feto a través de la sangre.
Cada nutriente, cada elemento cargado de energía, es utilizado para formar células, tejidos y todo el complejo sistema que conforma el organismo humano. De no tener suficiente energía o no consumir la calidad y variedad de alimentos necesarios, pueden presentarse deficiencias o excesos que no sólo afectarían el peso y la talla del bebé, sino su capacidad funcional de órganos como la vista y el cerebro.
Todo lo que la madre ingiere impacta, de una u otra manera, en el neonato. Por esta razón, las mujeres gestantes que guían su alimentación según sus antojos y consumen, en mayor cantidad, alimentos ricos en sabor, pero pobres en nutrientes, podrían afectar la formación de su hijo.
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