Aun cuando necesitamos los mismos nutrientes y energía tanto en climas calurosos como en los fríos, en verano la dieta requiere algunos cambios y adaptaciones.
Frente a las altas temperaturas, el cuerpo activa mecanismos para mantener en equilibrio la temperatura corporal. Una de estas respuestas, por ejemplo, es la sudoración cuyo objetivo principal es enfriarnos y para ello utiliza el agua del organismo. También se dilatan las arterias y se incrementa el esfuerzo cardíaco y es el principal motivo por el cual debemos adaptar la dieta en verano.
Por lo general, el cuerpo mantiene el equilibrio de manera eficiente, pero esto no siempre ocurre así, de manera que la temperatura corporal se eleva sin control entrando en un estado conocido como ‘golpe de calor’ donde la persona puede perder la conciencia, tener fiebre e incluso secuelas neurológicas severas. Esto constituye una emergencia médica que debe ser atendida de inmediato.
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