En este momento los peruanos caminamos con un cuchillo en el corazón. Y eso duele, como el morir. Hemos esperado una eternidad para volver a los mundiales y, cuando estamos cerca de la gloria, el infortunio nos priva del goleador, del capitán y del tótem de la selección: Paolo Guerrero.

El comunicado de la Federación pinta el panorama que por la mañana era incierto: Paolo ha sido suspendido 30 días provisionalmente por la FIFA, luego de un resultado analítico adverso en el control antidopaje tras el partido contra Argentina. En conclusión: el 9 no juega las finales de ida y vuelta frente a Nueva Zelanda.

Tremenda ventaja para los “Kiwis”, pero no queda otra que apelar a la fuerza de equipo que nos caracteriza para intentar ganar este repechaje. Será el mejor homenaje al buen Paolo y al sufrimiento de todo un pueblo que ya no sabe a qué santo encomendarse.

Hay que decirlo: Perú está acostumbrado a jugar con y para Guerrero. Ante un saque largo de Gallese, él aguanta a la defensa rival, pivotea y, cuando no, la baja con el pecho y arma el ataque con “Orejas”, Cueva y Carrillo. Ese cuarteto se romperá con la ausencia del capitán y la estrategia de recomponerlo en forma exitosa ya debe estar en la cabeza de Ricardo Gareca. Que los ruegos de doña Peta nos ayuden.

Esto fue todo por hoy, paro mi pelota, guardo el lápiz, hasta el lunes.

Esto fue todo por hoy, paro mi pelota, guardo el lápiz, hasta el lunes.