¡Habla, sobrino! Dicen que la economía cerrará el 2025 mejor de lo esperado. Hay más consumo, más movimiento en la calle y sectores como la agricultura, la construcción y los servicios están jalando fuerte. Con ese impulso, el país apuntaría a crecer cerca del 3 %.

No está mal, pero ojo, tampoco estamos para sacar pecho. A nivel global, los precios de los metales están por las nubes, igualito que en los años del 2006 al 2013, cuando crecíamos alrededor del 6 % casi sin esfuerzo. Eso deja claro que algo acá no termina de engranar.

¿Y qué es? La confianza, sobrino. Cuando las empresas sienten que el país está inestable, frenan sus planes, no arriesgan y no contratan. Sin nuevas contrataciones no hay chamba buena, y la gente termina agarrando lo que hay, aunque pague poco. Es un círculo vicioso, sin confianza no hay inversión y sin inversión no hay empleo decente.

Además, con las elecciones a la vuelta de la esquina, cualquier ruido político hace tiritar al mercado. Así es difícil despegar. Con los precios afuera podríamos estar volando, pero seguimos con el pie en el freno.

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