La Policía Nacional, que es eficiente cuando se propone, ya debe haber atrapado a los asaltantes asesinos que acabaron con la vida de la cantante de cumbia Thalía Manrique en Bagua, Amazonas. Y si no la ha hecho aún, debe agarrarlos pronto. Esa zona tiene pocas escapatorias. Los criminales pueden estar escondidos en algún pueblo cercano, porque es difícil que hayan agarrado la ruta hacia Jaén y San Ignacio para internarse en la selva o que se hayan dirigido a la costa por la carretera Fernando Belaúnde. Más complicado sería su huida hacia Chachapoyas o Cajamarca, por la ruta Balsas-Celendín. Y mientras la familia y los fans de Thalía lloran su trágica partida, hay quienes dicen que los grupos musicales que viajan por costa, sierra y selva deben contar con seguridad propia porque el Estado es incapaz de protegerlos. Efectivamente, esa es nuestra realidad, donde todos nos sentimos desamparados y a merced de la delincuencia.