Todo hace suponer que Alejandro Toledo, el “cholo sano y sagrado” de Eliane Karp, al producirse su próxima extradición desde Estados Unidos, irá directo al penal de Barbadillo, jurisdicción de la Diroes. “Sí, allí le toca. Es una prisión hecha exclusivamente para expresidentes. Es más, su ambiente debe estar listo”, comenta un periodista enterado de nuestra redacción. La también llamada “carceleta presidencial”, ubicada en Ate, sustenta así este rótulo porque ahora alberga a Alberto Fujimori, que respira el mismo aire que Pedro Castillo y pronto los acompañará Toledo Manrique, acusado por los delitos de colusión y lavado de activos. El valor agregado de este panorama punitivo es que Ollanta Humala también pernoctó en esas instalaciones y nada garantiza que después del juicio oral que enfrenta, también por el delito de lavado de activos, no pegue la vuelta y ya serían 4 los tristes tigres encerrados. “Si meten a todos allí, podría ser un museo de la corrupción”, comentan en redes sociales. Tal cual. Y esta situación no es para sacar pecho como país.