Diez años ha demorado la sentencia en primera instancia en contra del excongresista “mochasueldo” Michael Urtecho, quien hizo una fortuna y hasta se mandó a hacer un edificio en la mejor zona de Trujillo con la plata que le robaba a los empleados de su despacho, en complicidad con su esposa. Tendrán que pagar 22 y 28 años de reclusión, respectivamente. La condena que les han puesto es brutal y debería servir de lección a los ladronzuelos de ahora y los que vengan más adelante. Quizá si la justicia no hubiera sido tan lenta y hace años se hubiera conocido la gravedad de lo hecho por Urtecho y su esposa, muchos no habrían optado por meter la mano en la planilla de sus trabajadores que temían ser despedidos.
Los “mochasueldos” de hoy deben estar aterrados con lo que se les viene, pues tarde o temprano acabarán tras las rejas, y ya no estarán entre “otorongos” para que les cuiden las espaldas como hasta hoy.