Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler anunciaron ayer el fin de su romance de manera “definitiva”. Y la prensa del corazón española atribuye la separación, después de casi ocho años de noviazgo, a las continuas escenas de celos por parte del escritor arequipeño a la socialité que incluían el abandono de la residencia de convivencia. Y es que “Son los celos” los culpables de muchas desventuras, como bien entona Héctor Lavoe: “Cuando un cariño te acosa y te mata, qué desvelo. Un egoísmo que no tiene fin, qué desconsuelo (…). Si alguna cosa acabará mi vida, son los celos. Si alguna cosa acaba la ilusión, son los celos. El celo mata el amor. El celo mata el amor. Y mata la vida entera. Célame si tú quieres pero tus celos me hieren. El amor es relación, que da vida y esperanza. Y los celos solo son destrucción, desconfianza (…). Celos que matan, celos que hieren. Celos que acaban el alma, esos celos no convienen”. Y dicen que los celos a avanzada edad laceran más el alma. El nobel suma 86 años y Preysler 71.