Al ver al recluso Pedro Castillo hablando de que es víctima de un “secuestro”, es difícil de entender que la mayoría de peruanos haya votado por este sujeto tan básico y con el cerebro corroído por los complejos. Se entiende que estamos en un país lleno de necesidades y que hay marcadas diferencias sociales, pero nadie en su sano juicio podría pensar que un sujeto como el ahijado de un corrupto como Vladimir Cerrón y hermanado con senderistas agrupados en un sindicato de docentes radicales, va a venir a solucionar los problemas de los peruanos, que no son pocos. Además, desde la campaña se sabía que el profesor venía sin equipo de profesionales para que le sirvan de respaldo. Era evidente que iba a ser un fiasco, como finalmente lo fue. Ahora trata de dar pena apelando a sus hijos y a sus padres ancianos, como si la justicia y los ciudadanos tuvieran la culpa de su golpe de Estado y de haber estado al frente de un régimen podrido.