La congresista fiestera Rosselli Amuruz está tratando de confundir a los peruanos, al admitir que sí tiene una relación sentimental con el exparlamentario Paul García, algo que negó en todos los idiomas apenas se produjo en octubre último la fiesta que acabó con balacera y un fallecido en Lince a manos de una persona que luego escapó del país y fue arrestada en Rusia. Acá no se trata de si ella está o no con el caballero que es amigo de gente dudosa del Callao. Es su tema. Acá lo cuestionable es que en el Congreso se haya contratado a personas allegadas a su ahora admitida pareja, entre ellas su hermana. La legisladora no puede venir a quejarse de que se meten en su vida personal. Eso es una tomadura de pelo a la inteligencia de los peruanos. Por eso, lo mejor que debe hacer la integrante de la bancada de Avanza País es someterse a las investigaciones y acatar la sanción que le impongan, aunque conociendo a sus colegas, acá no pasará nada, todo será pasado por agua tibia y caerá en el olvido.