Habría que pedir al alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, que actúe con la seriedad que amerita el cargo que ocupa, pues el burgomaestre ha terminado haciendo, tal como se esperaba, un tremendo papelón al haber pretendido que la empresa Rutas de Lima devuelva los peajes el 29 de julio último, cuando el caso aún es motivo de controversia en un tribunal arbitral amparado por las Naciones Unidas, razón por la que la situación se mantiene tal cual, por más que la Municipalidad de Lima haya “anulado” el nauseabundo contrato suscrito por la gestión de Susana Villarán con la concesionaria que antes manejaba en forma mayoritaria la empresa Odebrecht. A todos nos molesta tener que pagar el peaje que negoció, coima de por medio, la corrupta gestión de la alcaldesa izquierdista, pero hay que respetar los procedimientos legales para que el país no sea sancionado a nivel internacional, ni ahuyentar a los inversionistas. Un poco se seriedad y mesura vendría bien, por más que la anulación de los peajes corruptos haya sido propuesta de campaña del actual burgomaestre.