La frase con la que titulamos esta columna pasará a la historia como una de las más lamentables e infames que haya producido la política peruana. Su autora es la congresista María Cordero Jon Tay, exintegrante de la bancada de Fuerza Popular, y la dijo a uno de sus trabajadores al momento de exigirle parte de su sueldo que acababa de cobrar. Ella es una de las tristemente célebres “mochasueldo”, a quien ayer el Poder Legislativo, luego de haberla salvado en una primera votación, decidió levantarle la inmunidad y suspenderla de sus funciones mientras dure su investigación en el Ministerio Público y su eventual proceso en el Poder Judicial. La señora apeló al llanto y la victimización, y parece que en un primer momento le resultó. Sin embargo, tras una reconsideración de la votación, fue sancionada como el país entero esperaba. A propósito, ¿cuántos otros ladrones de sueldos hay actualmente en funciones, quizás blindando a sus colegas caídos en desgracia?