Es común que a pacientes con cáncer de mama (hormonal) se le sugiera eliminar fuentes de soya por sus fitoestrógenos (componente vegetal similar al estrógeno femenino) porque, como es lógico, si el estrógeno femenino es un factor de riesgo, los alimentos fuente podrían serlo también.

Sin embargo, en el caso de la soya, hay aspectos clave en la bioquímica que nos permiten dilucidar si esta semilla es buena o mala en esta enfermedad. El cuerpo tiene 2 tipos de receptores de estrógeno (alpha y beta) y, hace 10 años, se sabe que los fitoestrógenos de la soya tienen preferencia por unirse al tipo beta que tienen un efecto anti estrógeno.

La hipótesis de que la soya eleva el riesgo de cáncer de mama parte de una investigación realizada en roedores, sin embargo, estudios realizados en humanos, donde se evaluó la ingesta de soya en pacientes luego de ser diagnosticadas, mostró un menor riesgo de mortalidad. Mi sugerencia es considerar que cada caso es diferente; tanto la nutrición como el tratamiento médico debe darse de forma individual.

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