El hecho de ser rica en agua y potasio, pero pobre en sodio, le permite tener un efecto diurético recomendado para consumo diario, sobre todo en pacientes hipertensos o que retienen líquido.

Por otro lado, si bien su contenido de nutrientes es bajo, contiene cantidades significativas de carotenos y vitamina A. La lechuga es mejor consumirla cruda, los ejemplares de color más verde y los lados externos de las hojas son los que concentran más vitaminas y minerales.

En cuanto al aporte de fibra oscila entre 1 a 1.5 gramos, por cada 100 gramos, que ayuda a prevenir el estreñimiento.

Algunos investigadores mencionan su capacidad sedante, calmante del estrés. Desde tiempos ancestrales se solía comer lechugas antes de dormir para lograr un sueño reparador. Este efecto se cree que es por su contenido de lactucina.

Es saludable consumir un plato grande de lechugas con un chorro de aceite de oliva como parte de una cena o merienda.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: