Abelardo Gutiérrez falleció el 10 de marzo.
Abelardo Gutiérrez falleció el 10 de marzo.

La verdad de la milanesa es que fue genio y figura hasta la sepultura. Tuvo la genialidad para hacer bailar a los que inicialmente lo miraban como apestoso (en un tiempo “Eisha” se rindió a sus pies) y, no contento con ese logro sideral, los metió a la onda de los covers en un inglés que no era inglés. I have a pituca that he loves me very much.

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La política de las piaras, pues, como diría José Ingenieros. Ya para entonces no importaba que el buen Tongo fuese gordiflón, amorfo, se bañara en sudor y que llevara una carpa de circo como vestimenta, como era la estampa que le endilgaban en sus inicios. Sin ese perfil, jamás hubiese sido Tongo, ¿verdad?

Con ese sacudón musical, que también incluyó el remezón de toda su humanidad (¿se acuerdan cómo bailaba?), la chicha químicamente pura había sido fusionada con un “manya que uta que no sé esa nota on” para ser vitoreada en discotecas “exclusivas”. En el escenario, iridiscente como una bola de cristal, un Le Tongué dándole estatus al Cerro San Cosme, su hábitat, y honrando la memoria de su causa Chacalón. Soy muchacho provinciano/me levanto muy temprano…

Abelardo Gutiérrez Alanya se fue, en una noche con aguacero de la cual tenía seguramente ya el recuerdo, pero “La Pituca” seguirá llorándolo a raudales y las uonas lamentándose no haberlo gozado más porque el amigo íntimo de Jaime Bayly no era un chichero no más.

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