Gladys Tejeda Pucuhuaranga e Inés Melchor Huiza, desde pequeñas soñaron con ser grandes deportistas y lo lograron. El mundo solo sabe que ellas son las mejores atetas que hay en el Perú, pero nadie conoce lo que ambas han tenido que vivir. Solo sus madres saben los obstáculos que tuvieron que pasar, el esfuerzo que desplegaron para llegar al sitial que hoy tiene dentro del fondismo nacional.
Amor de madre. Marcelina Pucuhuaranga (74), madre de Gladys Tejeda, cuenta que a los 44 años tuvo a Gladys, una edad en la que biológicamente es difícil de concebir, pero el 30 de setiembre de 1985, estando sola en casa dio a luz a su hija con la ayuda de una partera. Desde ese día supo que Gladys era una verdadera luchadora, una niña que desde que nació batalló para continuar viviendo.
Marcelina cursó solo hasta 3er. grado de primaria; sin embargo, incentivó a 6 de los 10 hijos que tuvo para que estudien y se esfuercen, los otros 4 penosamente fallecieron. Ella nos dice que Gladys desde muy chica practicaba el deporte. Participaba en competencias en su colegio La Victoria, de Junín. Tiene como cincuenta medallas, las guarda junto a los diplomas. El reconocimiento ha sido importante. La motiva mucho.
La voz de Marcelina tiene muchos matices. Su mirada tiene un brillo especial cuando menciona a Gladys, que comenzó a correr desde muy pequeña, simplemente por gusto y amor a esta disciplina, aprovechando las largas distancias a donde llevaba a pastar su ganado.
Cuando Gladys era una adolescente, su padre falleció y en ese momento pensó en abandonar el deporte, pero el sabio consejo de su madre hizo que continuara.
Apoyo. Santa Inés Melchor Huiza, otra de las grandes del atletismo nacional, tiene una historia de superación similar, reconoce que fue alentada por su mamá Cirila Huiza Páucar (50). La atleta cuenta que cuando apenas tenía tres meses de edad, sus padres, huyendo del terrorismo, se vieron obligados a trasladarse a la ciudad de Huancayo desde su natal Huancavelica. Estudió la primaria en la escuela San Francisco de Asis y la secundaria en el colegio Nuestra Señora de Cocharcas.
Su mamá siempre estuvo atenta de su educación y alimentación, y nunca le faltaba un consejo para que consiga sus metas.
Pese a que Inés ahora ya tiene 30 años , doña Cirila Huiza siempre viaja con ella a las competencias nacionales. A pesar de los pocos recursos que tenían sus padres, narra Inés, siempre veían la forma de que sus cuatro hijos fueran felices.
Esta Navidad, la también abogada Inés Melchor Huiza la pasará en casa de su mamá en Huancayo, vivienda en la que se reunirá con todos sus hermanos para pasar fiestas.
Río 2016: Inés Melchor y Gladys Tejeda corren en maratón de 42 km