El parlamento danés adoptó este martes la criticada reforma a la ley de asilo, que tiene como objetivo disuadir a los refugiados de probar suerte en el país, y que prevé medidas como la confiscación de haberes y la prolongación de los plazos para la reagrupación familiar.
El gobierno del primer ministro liberal Lars Løkke Rasmussen defiende que la ley es necesaria para frenar el flujo de refugiados, pese a que tanto Dinamarca como Suecia han reforzado los controles en sus fronteras.
Después de poco menos de cuatro horas de debate, el texto fue aprobado por una mayoría de 81 votos a favor, sobre los 109 parlamentarios presentes, en una votación en la que 70 se ausentaron y uno se abstuvo.
"Mientras el mundo no se una y no se encuentre una solución común, Dinamarca debe actuar", respondió a las críticas el diputado liberal Jakob Ellemann-Jensen.
La legislación generó una gran controversia, tanto que Rasmussen se refirió a la reforma como "la ley más incomprendida de la historia de Dinamarca".
La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) dijo que el texto alimenta "el miedo y la xenofobia", y la confiscación de bienes llamó mucho la atención en el extranjero, tanto que el diario Washington Post no tardó en hacer un paralelismo con la expoliación que sufrieron los judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
Pero las organizaciones internacionales están igualmente alarmadas por el endurecimiento de la política de reagrupación familiar. El proyecto de ley eleva de uno a tres años el plazo previo para solicitarla.
"A quienes nos critican, mi pregunta es la siguiente: ¿Cuál es su alternativa? La alternativa es que continuemos siendo el país más atractivo de Europa y que terminemos como Suecia", afirmó el socialdemócrata Dan Jørgensen.
Copenhague se ha referido con frecuencia que Suecia es un mal ejemplo, con 163.000 solicitudes de asilo el año pasado, cinco veces más que las recibidas por Dinamarca, ajustando los datos al tamaño de su población.
Criticado por las Naciones Unidas, la Unión Europea, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y varias oenegés, Rasmussen no se deja impresionar, amparándose en una opinión pública danesa que en un 70% considera la inmigración como su preocupación número uno, de acuerdo con los sondeos.
"Hay muchos refugiados que afluyen a nuestras fronteras; nos encontramos bajo una presión tremenda", dijo el lunes la ministra de Inmigración, Integración y Vivienda, Inger Støjberg, en Bruselas.
- 'Concurso de fealdad' -
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Según Amnistía Internacional, los migrantes, que en buena medida huyen de las guerras en Siria, Irak o Afganistán, se verán enfrentados "a una elección imposible".
"O bien emprenden con sus hijos y familiares viajes peligrosos, o bien los dejan donde están y viven una separación prolongada, mientras los miembros de su familia siguen padeciendo los horrores de la guerra", estimó Gauri van Gulik, directora adjunta de AI para Europa.
La votación del proyecto de ley en el Parlamento era una formalidad, ya que el gobierno ya había aceptado algunas enmiendas para obtener el apoyo de los socialdemócratas, primer partido de oposición, y de otras dos pequeñas formaciones derechistas.
Así, en lo que respecta a la confiscación de bienes, la policía podrá registrar el equipaje de los migrantes y hacerse con el dinero en efectivo que supere las 10.000 coronas (1.340 euros, 1.450 dólares) y los efectos personales cuyo valor supere el mismo umbral. El texto inicial preveía para estos un límite de apenas 3.000 coronas.
La ley permite a los demandantes de asilo guardar sus alianzas y todo objeto de valor sentimental.
Dinamarca goza de una cláusula que la exonera de alinearse sobre la política de asilo europea. No obstante, está sujeta a los tratados internacionales firmados y que el primer ministro quiere ahora modificar, a causa de la crisis migratoria que está viviendo Europa.
Rasmussen fue electo en junio, y rápidamente propuso una "ralentización inmediata" del flujo de refugiados, en un país que registró un total de 21.000 demandas de asilo en 2015, dentro de una población de 5,5 millones de habitantes.
Desde hace meses, Dinamarca ya se había lanzado en un "concurso de fealdad" para hacerse menos atractiva a los ojos de los migrantes, reduciendo las prestaciones sociales, endureciendo las condiciones de residencia y publicando anuncios disuasivos en la prensa de algunos países árabes.
"Es incontestable que el tono del debate público sobre los refugiados y los inmigrantes se ha endurecido", constata Kashif Ahmad, dirigente del Partido Nacional, que busca atraer el voto de los inmigrantes.