Israel celebró su bombardeo con miles de toneladas de explosivos contra una zona civil de Haret Hreik, en Beirut, al continuar con los asesinatos de dirigentes de Hezbolá (Partido de Dios), en este caso con la muerte de su jefe, Hassan Nasrallah.
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Al justificar el crimen, el portavoz militar de Israel, el contraalmirante Daniel Hagari, destacó que “su eliminación hace del mundo un lugar más seguro”.
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Desde Estados Unidos también se celebró la muerte del dirigente y político musulmán, abatido cuando Israel atacó un área urbana de Beirut.
Festejo de Biden
“Los terroristas de alto rango eliminados con él, y el cuartel general central en el que se encontraban, eran objetivos militares legítimos”, afirmó el contraalmirante Daniel Hagari, al justificar los decesos de dirigentes de Hezbolá, entre más de 700 muertos civiles en Líbano.
Es “una medida de justicia por sus numerosas víctimas, entre ellas miles de civiles estadounidenses, israelíes y libaneses”, dijo el presidente estadounidense, Joe Biden.
Protesta musulmana
El movimiento palestino Hamás renovó su solidaridad con Hezbolá y el Frente Democrático para la Liberación de Palestina apuntó que el gobierno “nazi-sionista” de Israel insiste en encender las llamas de la guerra en la región, “pero su fuego lo quemará”. Irán llamó a luchar contra Israel.
Aviones F-35 y bombas, ambos de fabricación estadounidense, usó Israel para bombardear Beirut y matar al líder de Hezbolá.
