Enardecidos ciudadanos antirracistas en Londres, Gran Bretaña, se manifestaron contra el ex primer ministro británico Winston Churchill, un personaje promocionado en el cine y los libros oficiales de historia como un gran político democrático, a la vez que ocultan su lado evidentemente racista, expresado en sus acciones y en declaraciones en que justificaba el asesinato de “indios” y “negros” a manos de, según él, la “raza superior” blanca.
Los inconformes pintarrajearon la estatua del exprimer ministro británico Winston Churchill, ubicada afuera del Parlamento, tachando su apellido y pintando la frase “era un racista” debajo.
En 1937, Churchill -luego amigo del genocida georgiano Stalin, otro racista- declaró lo siguiente a la Comisión Real para Palestina: “No admito, por ejemplo, que se haya infligido una gran injusticia contra los Indios Rojos de América y el pueblo negro de Australia. No admito que se haya cometido una injusticia contra estos pueblos por el hecho de que una raza superior, una raza de grado superior, una raza con más sabiduría sobre el mundo por decirlo de alguna manera, haya llegado y haya ocupado su lugar”.
Definitivamente, Churchill creía en las jerarquías raciales y en la eugenesia, dice John Charmley, autor de Churchill: The End of Glory (Churchill: el final de la gloria).
En la visión de Churchill, los cristianos blancos protestantes estaban en la cumbre, por encima de los blancos católicos, mientras que los indios estaban por encima de los africanos, indicó.“Churchill se veía a sí mismo y a Gran Bretaña como los ganadores en una jerarquía darwiniana”, superiores a los demás, aseveró.