El presidente ruso, Vladímir Putin, ha ordenado conmemorar con distintos actos en 2017 el centenario de la Revolución Bolchevique, aunque recientemente advirtió contra el peligro de resucitar los viejos antagonismos que llevaron al triunfo popular guiado por los comunistas Lenin y Trotsky en 1917.
Cuando faltan pocos días para el 25 aniversario de la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), Putin firmó un decreto en el que encarga al Ministerio de Cultura coordinar los actos conmemorativos, según informó hoy el boletín oficial jurídico.
"No podemos arrastrar hasta nuestros días las divisiones, los odios, las afrentas y la crueldad del pasado. Recordemos que somos un pueblo unido. Un solo pueblo. Y Rusia solo hay una", dijo Putin el pasado 1 de diciembre en su discurso sobre el estado de la nación.
Por orden del jefe del Kremlin, la Sociedad Histórica Rusa creará un comité organizador para analizar tanto "los motivos como la misma naturaleza de la Revolución rusa", que acabó con el régimen zarista y propició el advenimiento de un sistema totalitario comunista.
"No sólo los historiadores, sino que la propia sociedad rusa necesita un análisis objetivo, honesto y profundo de esos acontecimientos", dijo.
El asesinato el 30 de diciembre de 1916 de Grigori Rasputin, el todopoderoso pope que tanta influencia tenía sobre la familia zarista, fue uno de los factores que aceleraron los procesos revolucionarios que llevaron a la primera revolución rusa y la abdicación de Nicolás II a principios de 1917.
Varios meses después los bolcheviques liderados por Vladímir Lenin aprovecharon el descontento social para tomar el poder en otra revolución (7 de noviembre, según el calendario gregoriano), la bolchevique, que desembocó en una guerra civil y que marcó la historia mundial del siglo XX.
Al respecto, Putin insiste en que hay que extraer lecciones de los cataclismos históricos vividos por este país en 1917 no para reabrir las viejas heridas, sino para contribuir a la reconciliación nacional y a reforzar "la actual concordia política y civil".
"Es inaceptable especular en aras de intereses políticos sobre las tragedias que afectaron prácticamente a cada familia en Rusia, independientemente de en qué lado de la barricada estuvieran nuestros antepasados", dijo ante ambas cámaras del Parlamento.
Putin, que ha calificado la caída de la URSS como "la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX", se abstuvo de criticar en sus primeros años de mandato presidencial tanto la revolución como la Unión Soviética, y admite que nunca se deshizo del carné del partido.
"Yo no fui miembro del partido por obligación. No puedo decir que fuera un comunista ideológico, pero, con todo, eso (el comunismo) me imponía mucho", dijo en una ocasión y admitió que fue bautizado "a escondidas" de su padre.
Este año el líder ruso aludió a su trabajo en el Comité de Seguridad del Estado (KGB), "el brazo militar del partido", según sus propias palabras, estructura que es acusada de dirigir las represiones soviéticas.
No obstante, en los últimos años Putin no ha ahorrado críticas a los líderes soviéticos, tanto a Lenin como a Stalin, tanto por la represión masiva, como por su arbitrario trazado de las fronteras soviéticas, "bomba de relojería" que provocó su desintegración, como al ceder el Donbass (Donetsk y Lugansk) a Ucrania en 1922.
"Hasta el día de hoy sentimos esta tragedia en carne propia. La magnitud fue colosal, fueron exterminadas decenas de miles, millones de personas. Por cierto, sobre todo, gente con ideas propias, aquellos que no temían expresarlas en público", aseguró.
Según los analistas, Putin y el Kremlin siempre han estado interesados en hacer hincapié en otro hecho histórico, el Día de la Victoria sobre la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, ya que es un evento que une a todos los rusos, independientemente de sus ideas políticas, no como la revolución.
Putin ha mantenido siempre que las revoluciones y los cambios bruscos no traen nada bueno, y pone como ejemplo lo ocurrido en Ucrania, país que, según el líder ruso, se encuentra sumido en una permanente crisis desde el derrocamiento del presidente prorruso Víktor Yanukóvich en la revolución europeísta del Maidán en 2014.
Para más inri, el aniversario coincidirá con los preparativos de las elecciones presidenciales de marzo de 2018, en las que el jefe del Kremlin debería presentarse a la reelección, según todos los pronósticos.
En caso de victoria, lo que es previsible teniendo en cuenta sus índices de popularidad por encima del 80 %, Putin estaría en el poder hasta 2024, casi tanto como el dictador soviético Iósif Stalin, que murió en 1953, al año siguiente del nacimiento del actual líder ruso.
En una demostración de que anda con pies de plomo cuando se trata de temas históricos, se ha resistido a retirar la momia de Lenin del mausoleo de la plaza Roja hasta que una mayoría de rusos se manifieste públicamente a favor de ello, para evitar una nueva división de la sociedad.