Las ballenas rorcuales tiene en la boca y la lengua una estructura única de nervios que pueden doblar su longitud y luego recogerse como si se tratara de un cable elástico, según un descubrimiento de la Universidad de British Columbia (UCB).
Esos nervios elásticos explican cómo las grandes ballenas son capaces de desplegar una bolsa de grandes dimensiones bajo la boca para capturar gran cantidad de presas cuando se sumergen para alimentarse.
"Este descubrimiento era totalmente inesperado y diferente a las otras estructuras de nervios que hemos visto en los vertebrados, cuya extensión es mucho más fija", según Wayne Vogl, del departamento de Ciencia Fisiológicas y Celulares de la UCB.
Los rorcuales, que pueden llegar a pesar hasta 80 toneladas, son el mayor grupo de los cetáceos barbados, entre los que se encuentran la ballena azul y la de aleta.
Para alimentarse, la boca de estas ballenas se llena de agua como si fuera un globo gigante repleto de presas que flotan y luego van expulsando poco a poco el agua a través de unas cerdas llamadas barbas. Una ballena puede llenar la boca, en un solo "bocado", con una cantidad de agua que supera el volumen del animal.
El mecanismo de alimentación de las ballenas rorcuales requiere grandes cambios en la anatomía de la lengua y la boca para permitir una mayor deformación y "ahora sabemos que también necesita de importantes modificaciones en los nervios y tejidos para que puedan resistir esa deformación", agregó el científico.
En los humanos, el estiramiento de los nervios normalmente los daña, pero en estas ballenas los nervios están reunidos en una especie de paquete central, de manera que las fibras nerviosas realmente no se estiran sino que sencillamente se despliegan.
"Nuestro siguiente paso es conocer mejor cómo ese paquete central de nervios se dobla para permitir que los nervios se extiendan y recojan de manera rápida durante el proceso de alimentación", indicó el zoólogo Robert Shadwick, del mismo centro educativo.
Los investigadores aún desconocen si otros animales tienen mecanismos similares, por ejemplo en las gargantas de la ranas, que también se hinchan, o en las largas lenguas de los camaleones.
Este descubrimiento evidencia "lo poco que sabemos sobre la anatomía básica de los grandes animales que viven hoy en los océanos".
Y se añade "a la creciente lista de soluciones evolutivas que las ballenas han desarrollado como respuesta a los desafíos que les ha planeado el medio marino durante millones de años", indicó Nick Pyenson, del Museo Nacional Smithsoniano de Historia Natural (EE.UU).