En cuanto las "cheerleaders" entran en el gimnasio, luciendo sus minivestidos fucsia con cenefas doradas y botas altas de color blanco, el público las ovaciona con entusiasmo. Estas animadoras de Japón, de entre 60 y 80 años, han encontrado en el baile su elixir de juventud.
Fumie Takino, de 84 años, da la señal para empezar y las "chicas", cuya media de edad ronda los 70 años, se colocan rápidamente, sacan su mejor sonrisa y se preparan para brincar con la primera nota de "Dreamgirls", la banda sonora de la película del mismo nombre.
Para formar parte del grupo "Japan Pom-Pom" de la señora Takino, los criterios son estrictos: "Hay que tener como mínimo 55 años y estar segura de poder ofrecer su más bella actitud", precisa en una entrevista a la agencia AFP: "¿Qué interés tendría ver abuelas de 70 años bailando como ancianas?", se pregunta. Convertirse en animadora le cambió la vida, asegura, recordando que cuando era joven era muy tímida: "Mi pareja no funcionaba muy bien. Pensaba que tenía que aguantar la situación hasta que mis hijos se casaran", añade.
Rehuyendo de una vida monótona de ama de casa, que podría acabar quizás como su padre, enfermo en la cama, Takino decidió dejarlo todo e irse. Para llevar a cabo este cambio radical contó con el apoyo de su hijo y de su hija: "No quería pasar los últimos años de mi vida quejándome y arrepintiéndome de cosas que no hice", explica.
Y para ello, no se fue a la ciudad de al lado, sino a Texas, en Estados Unidos, para realizar estudios de gerontología. Al terminar la formación, volvió a su país, Japón.
En Japón, la vejez es una preocupación nacional. Un 27% de la población tiene ya más de 65 años y el fenómeno irá cada vez a más porque los japoneses tienen la mayor esperanza de vida en el mundo (86,8 años para las mujeres, 80,5 años para los hombres).
¡Como profesionales!
Pasaron varios años hasta que Takino descubrió la existencia de un equipo de "cheerleaders" de la tercera edad en Estados Unidos. Entonces decidió crear su propio grupo.
Es cierto que con 70 años somos menos válidos que con 50 y las capacidades van degradándose con los años, pero no es una razón para no hacer nada más y compadecerse de sí mismo, insiste la octogenaria. Es ella la que motiva a sus compañeras: "Aunque sientas que no puedes mantener el ritmo, tienes que intentar seguir con nosotras".
Por eso, cada semana, más de 20 japonesas con una edad respetable bailan y se contornean y, gracias a un video, corrigen sus movimientos como si fueran profesionales.
Shinko Kusajima, de 67 años, se apuntó en marzo, primero como observadora, con la intención de superar la prueba de admisión y convertirse en abuela "pom-pom". Para ella es una forma de conservar sus amistades, ahora que van disminuyendo: "Aquí siempre hay amigas para pasar un buen momento", cuenta.
Takiko Tanaka, de 72 años, también tiene ganas de formar parte del grupo: "Siempre he querido hacer esto, parece tan divertido", se regocija. No será Takino, sonriente desde el inicio hasta el final del espectáculo, quien dirá lo contrario.
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