Los fantasmas claro que existen y no faltan parientes, amigos o conocidos que nos confirman que los han visto, o al menos que saben de otros, también de fiar, que los han visto.
Para el psicólogo Michael Nees, las personas que son propensas a creencias paranormales tienden a atribuir características humanas a los estímulos ambiguos que ven... como fantasmas.
En otras palabras, sus cerebros interpretan algo que no puede explicar a través de una interpretación que se adapte a su entendimiento, lo que puede ser factor ideal para crear explicaciones fantasmales y ver fantasmas en situaciones determinadas.
En esa línea se pronuncia Terence Hines, quien piensa que el cerebro humano ha evolucionado para encontrar patrones, y si estos te indican una explicación “fantasmal”, tú mismo te la crearas.
Terence Hines realizó un experimento donde llevó a personas a una tumba y les dijo que un anciano de 72 años murió allí de forma natural.
Cuando le preguntó a la gente si sentían algo raro, todos contestaron que no, que todo estaba bien.
Después, llevó a otro grupo de gente al mismo lugar y les dijo que una adolescente se había suicidado después de que su novio la dejó y que había quienes afirmaban haberla visto.
Además, Hines mencionó que esa noche era el aniversario del suicidio. La gente se asustó, la vieron, la oyeron y manifestaron sentir el ambiente turbio. Vieron el fantasma.
Según Hines, el cerebro de la gente estaba haciendo “lo que hacen los cerebros; estaban usando información que se les dio, aunque fuera incorrecta”.
Crisis de fantasmas
Un estudio, datado en 2014, determinó que las personas que dicen haber tenido una experiencia paranormal lo hicieron en entornos amenazantes o ambiguos.
De acuerdo a la explicación de los especialistas, al sentir un miedo agudo, el cerebro usa mecanismos de seguridad que tenemos todos los seres humanos.
Tales mecanismos, indican, se manifiestan cuando estamos en una situación peligrosa y puede generar una percepción errónea del entorno.
Según eso, la estimulación precisa de regiones específicas del cerebro en momentos de estrés es lo que engaña a las personas para que sientan la “presencia” de una aparición de un fantasma.