Miembros de una tribu antropófaga de Papúa Nueva Guinea, que devoraba sesos humanos, tienen una mutación que les protege del kuru, una enfermedad con síntomas parecidos al mal de las vacas locas, según un estudio científico que publica el semanario The New England Journal of Medicine.
El equipo médico dirigido por el profesor Simon Mead, de University College London, descubrió una alteración genética única entre descendientes de las personas que practicaron aquel ritual funerario, por el que los familiares ingerían los sesos del difunto, y que fue prohibido por las autoridades en la década de los cincuenta.