Carlos (Santa Anita, 28). Doctora, Adela me cautivó desde el primer momento en que la vi, y eso comenzó desde que nos conocimos en la universidad. Era una dulce persona, por eso luché segundo a segundo, ya que sabía que se trataba de una chica especial. El tiempo pasó y lo logré.
Hasta ahora, 5 años después, pienso que la amé de verdad, pero ella no a mí. Tuvimos 2 años de noviazgo donde sus tendencias suicidas me hacían sufrir demasiado, pero pasó el tiempo y mostró mucha mejoría y grandes ganas de vivir. Todo eso me llevó a querer convertirla en mi esposa.
Cuando acabamos nuestra carrera, ambos decidimos irnos a vivir juntos y casarnos. Todo iba bien hasta que volvió a caer en la depresión y ansiedad. Con el tiempo ya no pude soportar ese comportamiento y la dejé, puesto que ella no quería poner nada de su parte. Cansado, me fui a vivir mi vida.
Sin embargo, hace un tiempo ocurrió un hecho que me dejó atónito y me llevó a cuestionar el comportamiento de las mujeres. Adela me escribió a mi red social para decirme que ahora tiene un nuevo amor y ya no piensa en mí, que se olvidó por completo y que al fin se sentía amada. Me llené de gusto por ella, pero a la vez sus expresiones denotaban un poco de agresividad y eso me llamó la atención. Luego de ver ese mensaje, cuatro amigos míos me llamaron para saber qué pasaba con Adela, ya que les había escrito para decirles sus “verdades” y comentarles lo infeliz que fue conmigo.
Creo que todo tiene un límite y esa muchacha lo sobrepasó. No sé qué pensar. Ayudeme, doctora.