Mi esposa usa minifaldas
Mi esposa usa minifaldas

Jorge (45, La Victoria). Doctora, yo amo a mi esposa Liliana, la he respetado y hecho respetar siempre. Sin embargo, no todo es color de rosa en nuestras vidas. Le cuento que mi tormento se ha iniciado desde que Lili, como la llamo de cariño, se ha comprado unas diminutas minifaldas para salir cada vez que no estoy en casa, dejando ver todos sus encantos a cualquiera en la calle.
Mi esposa es una mujer de 40 años, muy guapa y posee unas caderas únicas en el barrio. Pero me disgusta que salga a mostrar sus encantos a tantos mañosos y pervertidos.
Por ello, siempre tengo que estar peleándome con todo mundo, incluso con los jovencitos de la cuadra que la fastidian con piropos y besos volados. Hasta se atreven a decirle: 'patona', 'caderona', 'mamacita rica' y otros adjetivos innombrables.
Mi esposa, en vez de molestarse y llamarles la atención, los saluda y contesta sus piropos con coquetas sonrisas.
Varias veces hemos discutido al respecto, pues me enfada que use minifaldas, pero ella no me hace caso y me replica enojada: 'así me has conocido, así me tendrás que querer'.
Bueno, reconozco que cuando la conocí ya usaba sus falditas, pero no eran tan diminutas como ahora. Ella es una señora y debería de vestirse acorde a su edad.
La gota que derramó el vaso se dio la semana pasada cuando la encontré en una pollada bailando reggaetón con un jovencito de 18 años. Se dejaba tocar la cintura, mientras otros aplaudían. La llamé la atención y nos fuimos a casa. Ella empezó a llorar, diciéndome que no estaba haciendo nada malo, que sólo se estaba divirtiendo.
Por estos días estamos peleados, hablamos poco, sólo lo necesario. Yo trabajo como taxista y ahora ya no puedo salir a trabajar, pues me atormenta la idea de que Lili salga a la calle y alguien intente sobrepasarse con ella.