Zaira Bendezú Portilla - Master Coach

Las cinco heridas de la infancia son patrones emocionales y conductuales que se han desarrollado en tu infancia y pueden afectar tu vida adulta. Estas heridas, pueden causar sufrimiento emocional, relaciones disfuncionales y bloqueos en la búsqueda de la felicidad. Conozcamos brevemente a cada una de ellas.

1.Rechazo: El niño siente que no ha sido amado o aceptado por sus padres o figuras importantes. Es el resultado de críticas constantes, comparaciones negativas o la falta de reconocimiento por parte de los adultos. Genera en el niño una sensación de inferioridad, un miedo al fracaso y una necesidad de aprobación constante. El adulto con esta herida puede experimentar problemas de autoestima, dificultades para expresar sus emociones y miedo a ser juzgado.

2. Abandono: Se origina cuando los niños experimentan falta de apoyo emocional, afecto físico y cuidado de sus figuras parentales. El niño puede sentir que no es lo suficientemente importante como para recibir la atención que necesita, lo que puede generar inseguridad, dependencia y un miedo profundo a la soledad. Puede manifestarse en la vida adulta como una necesidad constante de validación, una búsqueda desesperada de amor y una dificultad para establecer relaciones estables.

3. Humillación: Surge cuando el niño se siente avergonzado, menospreciado o tratado como inferior. Puede ocurrir a través de burlas, insultos, comparaciones desfavorables o cualquier situación que le haga sentir pequeño e inadecuado. Esta herida puede causar en el niño una profunda sensación de vergüenza, una baja autoestima y una tendencia a auto-sabotearse. El adulto con esta herida puede ser tímido, retraído y tener dificultades para expresar su opinión o defender sus necesidades.

4. Traición: Se forma cuando el niño experimenta una ruptura de confianza por parte de alguien en quien confía, generalmente un padre. Puede ser el resultado de una promesa rota, una mentira, un engaño o una falta de apoyo en un momento crucial. Esta herida genera una sensación de desconfianza, un miedo a ser herido nuevamente y dificultades para establecer relaciones sanas. El adulto con esta herida puede ser desconfiado, manipulador y tener dificultades para comprometerse en las relaciones.

5. Injusticia: Se desarrolla cuando el niño percibe una falta de equidad o de justicia en su entorno familiar. Puede ser resultado de un trato desigual entre hermanos, una falta de reconocimiento por sus esfuerzos o una sensación de que sus necesidades no son atendidas. Esta herida genera en el niño un sentimiento de rabia, resentimiento y una necesidad de controlar su entorno. El adulto con esta herida puede ser controlador, obsesivo y tener dificultades para aceptar la autoridad.

Superar estas heridas es un proceso que requiere tiempo y esfuerzo, algunas estrategias para la sanación son: Terapias psicológicas, sesiones de coaching, grupos de apoyo, libros de autoayuda, entre otros. Estas heridas son parte de la experiencia de vida, pero no definen el futuro de quienes las sufren. Trabajar en la sanación puede llevar a una vida más plena y satisfactoria.

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