Quitarse la vida es un acto que puede y debe prevenirse. Los factores de riesgo están asociados a enfermedades de salud mental como la depresión, pero también puede ocurrir como respuesta frente a un evento extremo en la vida que lleva al límite a personas susceptibles.

El suicidio no es exclusivo en adultos, se presenta en la adolescencia o, incluso, en la niñez. Los síntomas de alerta pueden variar entre las edades y no siempre la tristeza es el signo de alarma. Si sospechas que alguien está pasando por dificultades emocionales, ha cambiado su estado de ánimo, se torna irritable, triste, se aísla, ha cambiado su apetito, el agrado por la vida, tiene dificultad para concentrarse o tomar decisiones, es muy importante buscar ayuda profesional que puede ser un psicólogo, un psiquiatra o un médico internista.

Evitemos normalizar sentimientos negativos. Algunas reacciones frente a la adversidad son esperables, pero nadie sabe hasta qué nivel afecta las emociones o el pensamiento.

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