Se cree que la limpieza constante y minuciosa de la zona íntima de la mujer (vulva)  puede provocar resequedad o afectar la lubricación, eso es falso.
Se cree que la limpieza constante y minuciosa de la zona íntima de la mujer (vulva) puede provocar resequedad o afectar la lubricación, eso es falso.

La ficción de las novelas y películas nos han hecho creer que después de un encuentro apasionado es romántico que la pareja permanezca abrazada en la cama hasta el amanecer, pero nada más lejos de la realidad. Luego del acto sexual lo que continúa es la higiene. Es más, se debe empezar por ahí.

La sexóloga Eirelyn Gómez resalta que, aunque suene poco idílico, el aseo personal es fundamental en las relaciones íntimas. Darse un baño antes de tener relaciones sexuales, tener bien limpias las manos, la boca y genitales, pueden librarnos de infecciones.

HÁBITOS DE HIGIENE

En el caso de los varones, los médicos recomiendan lavar el pene con agua todos los días, prestando especial atención a la zona bajo el prepucio para evitar que se acumulen secreciones que causan olores desagradables o genere el entorno ideal para la reproducción de bacterias.

Para las mujeres, la sexóloga Gómez recomienda lavar la vulva, la parte externa de la zona íntima, antes y después del acto sexual. Hay que aclarar que no se trata de lavar la vagina, conducto interno que conecta con el útero, porque está diseñada para mantenerse limpia con la ayuda de secreciones naturales (flujo vaginal).

Lo que se debe asear todos los días son labios mayores y menores de la vulva, el orificio uretral (donde se micciona) y el clítoris. “Para ello solo se necesita agua y frotar levemente con los dedos”, explica la especialista a quien pueden encontrar en Instagram como @sexologaeirelyn.

Otra recomendación importante es que la mujer orine luego de tener relaciones sexuales, para expulsar cualquier bacteria que haya podido ingresar por el orificio uretral a causa del sudor o la fricción de la piel durante el sexo.

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