Verdades y mentiras de la comida enlatada
Verdades y mentiras de la comida enlatada

Son la mágica solución cuando el tiempo apremia y el hambre se presenta, pues su preparación casi instantánea hace que podamos disfrutar de alimentos ricos y saludables sin la necesidad de pasar demasiado tiempo en la cocina, existiendo además una larga lista de frutas o verduras que se pueden consumir fuera de temporada, lo que hace nuestra experiencia gastronómica más agradable.

Los estigmas que se han apropiado de los productos enlatados han ido cayendo uno a uno gracias a los avances de la ciencia, sin que esto implique descuidar el correcto cuidado de estos envases, por ejemplo el de la higiene ya que son almacenadas en grandes bodegas, que tienen contacto con ratas o insectos, por lo que es importante lavarlas como si fueran verduras o frutas. A tener cuidado.

La realidad de los enlatados

Sus conservantes dañan el organismo
No los necesitan, ya que se pasteurizan aplicándoles temperaturas controladas para eliminar todo microorganismo. En algunos casos sólo se añaden ciertos condimentos para acentuar su sabor.

Saben a lata
Esta comprobado que los alimentos no adquieren sabor metálico, pues el interior se barniza con laca para evitar la reacción química entre el alimento y el recipiente.

No son nutritivos
Contra lo que se cree, estos productos contienen las mismas cantidades de calorías, vitaminas, minerales, proteínas y carbohidratos que los alimentos frescos y/o congelados.

Si están golpeadas dañan los alimentos
Un alimento que viene en una lata abollada no tiene ninguna descomposición. Esto se debe a que tienen un recubrimiento barniz de grado alimenticio diseñado para minimizar la interacción de éste y el alimento, lo que extiende su vida útil.

Cuando se abre hay que retirar la comida
Durante el proceso de enlatado se somete el metal a un procedimiento térmico. Una vez abierto, puede conservarse en el refrigerador en su envase original por tres o cuatro días sin riesgos.

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