Christina Rosenvinge y los Subterráneos son leyendas del rock en español, con más de 30 años de trayectoria y una influencia innegable en la escena musical. Desde sus inicios a finales de los 80, han sabido evolucionar y adaptarse sin perder su esencia, ganándose un lugar especial en el corazón de sus fans. ¡Y ahora vuelven a Perú!

Este 11 de octubre, la banda se presentará en el Centro de Convenciones Barranco para celebrar los 30 años de su álbum icónico “Que me parta un rayo”, lanzado en 1992. Este disco marcó un antes y un después tanto en el panorama nacional como internacional. Con diez canciones, entre ellas “Tu por mí”, “Voy en tu coche”, “Alguien que cuide de mí” o “1000 pedazos”, que se han convertido en himnos transgeneracionales, Christina logró conectar con un público que buscaba referentes femeninos en un mundo musical dominado por hombres.

El regreso de la banda es la respuesta a los fervientes pedidos de sus seguidores, que han mostrado un entusiasmo contagioso por volver a ver a Christina y su increíble banda en acción. Con más de 402,624 oyentes mensuales en Spotify, la conexión que tienen con el público, tanto en su país como internacionalmente, es evidente.

Diario OJO tuvo la oportunidad de conversar con Christina, quien nos contó sobre su trayectoria y lo que traerán a este esperado concierto, el próximo el 11 de octubre en el Centro de Convenciones Barranco.

En el concierto del 11 de octubre celebras los 30 años de “Que me parta un rayo”, un álbum que ha dejado una huella indeleble en varias generaciones y continúa siendo relevante. ¿Qué significado tienen para ti estas tres décadas de trayectoria artística? Que me parta un rayo” fue un disco importantísimo porque me puso en el mapa y, gracias a su impacto, he podido tener una carrera musical. Creo que es un disco que, más allá de lo musical, se convirtió en un fenómeno sociológico porque, en ese momento, las canciones estaban diciendo cosas que se empezaban a pensar. Irrumpió en un momento en el que hacía falta que alguien hiciera esto. Las canciones se convirtieron en un ícono y el disco se ha vuelto un clásico.

¿Cuáles crees que son los elementos clave que han permitido que este disco trascienda a lo largo del tiempo? En ese momento, el rock en Latinoamérica estaba colonizado por el rock anglosajón y la música rock en español era muy underground. De repente, el rock en español saltó a las radios y comenzó a escucharse mayoritariamente. Las letras en español abordaban temas importantes, y las canciones eran rock desde una voz femenina y feminista. ‘Tú por mí’ hablaba de amistad femenina, mientras que ‘Voy en un coche’ se convirtió en un himno de libertad. Aunque no era consciente del impacto que tendría al escribirlo, el disco se volvió un altavoz para una forma de sentir en el rock en español desde una óptica femenina. Esa es la razón por la que resonó tanto y dio en el clavo.

En una entrevista mencionaste que llevabas una “doble vida”: mientras disfrutabas del éxito, pasabas tus horas libres como una ratona de biblioteca. ¿Crees que esta pasión por la lectura ha influido en la profundidad y poesía de tus letras? Creo que las letras de las canciones son una forma literaria, como la poesía. Me dedico a la música porque escribo; mi entrada en este mundo no fue por ser una gran guitarrista o tener una voz extraordinaria, sino porque sabía escribir letras y hacer música para ellas. Aprendí a sonar las canciones, pero el germen siempre fueron las letras. Ahora tengo un libro publicado y, aunque escribir es solitario, la vida de músico es más social. Es incómoda; a menudo tocas en pequeños clubes y te hospedas en hoteles modestos, pero siempre vas acompañada y tienes encuentros con el público. La música implica una interacción intensa que no se compara con la literatura. La emocionalidad y la pasión de la música son únicas.

Sin intención de juzgar géneros, ¿sientes que las canciones actuales tienden a ser más pobres en léxico, con menor variedad de rimas y estribillos que se repiten con frecuencia? Creo que es tentador juzgar lo que no entiendes. Siempre ha pasado que las generaciones mayores no comprenden a las más jóvenes. A mí me ocurrió con mis padres y hermanos mayores. Escucho cosas dentro del reguetón, que es una música muy denostada, y hay elementos que me gustan. Por ejemplo, la nueva generación de música urbana ha incorporado algo que nosotros no hacíamos: inventan palabras y crean un idioma secreto nuevo. Muchas canciones tienen palabras inventadas y están asociadas de forma libre, lo que se asemeja a una poesía surrealista. Además, hay un desparpajo en la forma en que se expresan. Siempre hay quien escribe bien; hay letras muy bien escritas en todos los géneros, y también letras malas en el rock. Nunca se puede condenar un género porque siempre hay quienes hacen algo más interesante dentro de él.

Sé que esta pregunta puede ser un poco delicada, ya que muchos artistas consideran que cada composición es como un hijo y no podrían elegir uno favorito. Aun así, ¿tienes alguna canción que consideres especial y por qué? Va cambiando, no siempre es la misma. Últimamente, la canción que más me gusta es ‘Maldita florecita’. Es una canción pequeña y humilde, pero cuenta un día perfecto en el que tienes una cita ideal, todo sale bien y es un transcurrir agradable desde la mañana hasta la noche. En este caso, habla de cuando conocí al padre de mis hijos en París. La felicidad muchas veces consiste en esos días tranquilos en los que no ocurre nada extraordinario, como pasear con un amigo, sentarte en un parque o ir al cine. A menudo, no nos damos cuenta de que lo más bonito de ser humano está en esos momentos. Aunque he tenido días más emocionantes, esa canción me pareció un atisbo de sabiduría en un momento en el que, con veintitantos años, no solemos ser muy sabios. Es un recordatorio de que los días tranquilos también son valiosos, ya sea en compañía o solos.

Mirando hacia atrás, ¿qué desafíos enfrentaste en los años 90 para consolidarte como una referente en un género predominantemente masculino? Recuerdo el momento de desconfianza al llegar a un escenario donde todos eran rockeros con una apariencia muy distinta. Yo llegaba con una camiseta blanca y vaqueros, con cara de salir del colegio, y había escepticismo sobre lo que iba a hacer. Sin embargo, al enchufar la guitarra y empezar a tocar mis canciones, la reacción cambiaba. Todos se quedaban asombrados y querían estar en mi equipo. A pesar de los años, sigo enfrentando ese escepticismo. Recientemente, en un festival con bandas masculinas, todavía noté esas miradas de duda, incluso ahora que tengo 60 años. He tenido que conquistar la confianza de uno a uno, y eso continúa siendo un desafío.

Algo muy singular de este álbum es cómo tus letras navegan entre la melancolía de canciones como “Alguien que cuide de mí” y el empoderamiento que se siente en “Voy en un coche”. ¿Cómo percibes la relación entre estas dos emociones? ¿Son una convivencia armoniosa o más bien hostil? Los seres humanos somos muy complicados. Tener mensajes simplistas sería reducirnos a algo que no somos. Cuando escribí este disco, no sabía si las canciones se iban a grabar; lo hice desde la más absoluta libertad, expresando lo que sentía. Eran canciones muy primarias en ese sentido, y ese abanico de sentimientos está presente en cualquier persona, de la mañana a la noche. Un día puedes levantarte deprimido y acostarte sintiéndote como la reina de Saba. Somos emocionalmente complejos, y nada se puede reducir a un mensaje sencillo o simplista.

“Has mencionado en algún momento que eres una mujer de 50 años que aún puede tocar la guitarra eléctrica, además de ser madre y esposa. ¿Qué significa para ti equilibrar estas múltiples facetas de tu vida y cómo te sientes al respecto? Quiero transmitir que, aunque hoy las mujeres vivimos un empoderamiento diferente, la maternidad y continuar con tus proyectos es posible. Me gusta decirles a mis amigas más jóvenes que vengo de su futuro. Pueden vivir su vida sin renunciar a lo que les apasiona. Es fundamental crear tu camino, hacerte respetar y no hacer concesiones. Tener una familia no significa el fin de tu vida profesional; debes luchar por mantener tu independencia y seguir haciendo lo que te entusiasma. Es cierto que durante la maternidad hay que bajar un poco el ritmo, pero eso no significa renunciar.

¿Qué nos puedes contar sobre la historia y la inspiración detrás de tus canciones ‘Tú por mí’ y ‘Mil pedazos’? ”Tú por mí” a menudo se confunde con una canción de desamor, pero en realidad es un homenaje a mi amiga Sara. Aunque no es una canción de amor lésbico, me encantó que algunas la interpretaran así. La escribí porque sentía que había perdido a mi amiga, quien cayó en la prostitución y la drogadicción tras empezar a salir con un chico. Me sentí culpable por no haberla cuidado en ese momento. Por otro lado, “Mil pedazos” es una canción curiosa. Habla de un miedo que tenía a que un chico que me gustaba me rompiera el corazón. Lo extraordinario es que la soñé. Después de una noche sin inspiración, me desperté y escribí casi toda la letra de un tirón. Esta canción, que también está dedicada a una amiga cercana, me ha acompañado durante muchos años.

¿Qué has aprendido de esta gira conmemorativa para celebrar los 30 años de su álbum “Que me parta un rayo”que comenzó en 2022? Esta gira comenzó como unos pocos conciertos, pero ha tenido tanto éxito que se ha alargado. Tocar estas canciones es una forma de rejuvenecimiento; me llevan de vuelta a mis 20 años.

¿Cuáles son las sorpresas o novedades que tienes preparadas para el concierto del viernes 11? Este 11 de octubre será un honor volver a Perú, un público cálido y especial. Mis conciertos allí siempre son catárticos y maravillosos. Recuerdo la primera vez que toqué en el Salonazo en 1993, donde llenamos el lugar durante dos días y luego hicimos un tercero. Hay una clara identificación con el público.

OJO AL DATO. La exitosa banda española regresa a Lima tras su éxito en abril del 2023, con un concierto imperdible el 11 de octubre en el Centro de Convenciones Barranco. Entradas ya a la venta en Joinnus.

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