El 8 de junio de 2018  se lanza como solista. No ha pasado ni un año y su nombre ya suena, además de a rumba, salsa y sabor, a éxito y popularidad. Tiene solo 22 años, el mundo por delante y el tiempo para recorrerlo de palmo a palmo. ¿Lo imaginó? ¿Lo soñó? “Definitivamente sí, no en la magnitud de crecimiento en tan poco tiempo, pero sí lo pensaba a largo plazo, debo ser sincera, pero la vida y el destino me sorprendieron. Dios puso todo en mi camino, lo alineó como tenía que ser y, bueno, al parecer me he portado bien y me está premiando con muchas cosas”.

-¿Tu familia veía con buenos ojos que te dedicaras a la música?

Al inicio fue bastante complicado, lo que pasa es que esto dejó de ser un hobby para convertirse en sueño y de allí a un estilo de vida. Definitivamente son tres etapas muy distintas en las que la familia también se ve muy involucrada y, obviamente, forma parte del sacrificio que uno tiene que hacer como artista, que es el no verse, no compartir tanto tiempo como antes. Fue un golpe bastante duro, básicamente para mi mamá y para mi abuela, con las que siempre hemos sido muy unidas...

-¿Qué te decían?

Hasta ahora les choca. Me dicen, cuando las voy a visitar, que no creen que estoy tan ocupada, pero en realidad sí. El día tiene 24 horas, si tuviera 72 de repente podría distribuir con más holgura mi tiempo.

-Estabas en Son Tentación, una orquesta exitosa, eras bien tratada y decidiste salir para ser solista. ¿No tuviste temor?

Siempre he sido bien conchuda y bien desinhibida, yo nunca he dudado de lo que tengo, de lo que hago, de lo que soy. Cuando me han dicho ¿vamos?, he dicho vamos; salga bien o salga mal, pero lo intenté. Y me quedo con esa satisfacción de haberlo hecho, básicamente de eso se trata la vida.

-¿Podías haberte quedado en tu zona de confort?

Llegó un momento en el que yo sentía que mi cabeza golpeaba el techo, ya no sentía más cosas que hacer.

-¿Qué es lo que buscabas?

Quería tener control de mi espectáculo, de mi registro vocal, del repertorio, necesitaba plasmar mis ideas.

-¿Cómo afrontas esta etapa de solista? Definitivamente es un proceso de aprendizaje...

Estoy aprendiendo que no toda la gente es buena ni toda es mala, no toda la gente te quiere ni tampoco te odia. Pero dentro de esos indicadores, en el ambiente existe mucha codicia, avaricia, gente que se aprovecha, que se acerca a ti para conseguir lo que desea y luego se retira, no importa la manera, no importa la forma.

-Otra de nuestras costumbres locales es la comparación. ¿Cómo lo manejas?

Mas allá de sea quien sea, el simple hecho de comparar, ya es fastidioso. Uno sale al mercado para hacer lo suyo, para crear e imponer su estilo, no para que te anden comparando. Cuando pasa eso, digo: “Daniela, respira, tómalo con calma”, no me gusta ir por la vida diciendo: tú eres mejor que tal; eso nunca, para qué.

- Hay cosas que estás dejando de hacer y eres consciente que por la música y el arte no puedes. Formar una familia, por ejemplo...

Me pican las patas para eso. Pero por más que yo me sienta lista y preparada a nivel personal, por el lado de mi carrera sé que aún no es el momento, esa decisión será íntegramente mía y lo voy a hacer en el momento en el que sienta que estoy en un punto en el que es hora de agregar cosas a mi vida personal que me permitan seguir escalando nuevos sueños y horizontes.

Daniela Darcourt sabe lo que quiere y tiene los pies bien puestos sobre la tierra, ¿nada la marea?

“Gracias a Dios, mi etapa de solista empezó con buen pie. La casa de la salsa se llenó el día del lanzamiento, el 8 de junio del año pasado, y sigue hasta ahora. Son diez meses que sigo agradeciendo por todo lo que me pasa”. 

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