En Madre de Dios, una de las regiones más afectadas por la deforestación en el país, familias ganaderas han iniciado un cambio profundo en la forma de producir. Desde el año 2020, alrededor de 250 familias han comenzado a adoptar prácticas de ganadería regenerativa, un modelo que busca mejorar la productividad sin comprometer el bosque ni la biodiversidad.
La región ha perdido miles de hectáreas de bosque amazónico en las últimas décadas, y la ganadería tradicional figura entre los factores que han contribuido a este deterioro ambiental. Frente a este escenario, las nuevas prácticas apuntan a recuperar suelos degradados, reducir la presión sobre el bosque y mejorar el bienestar animal.
La ganadería regenerativa se basa en cuatro principios clave. El primero es el manejo holístico, que concibe al suelo, el agua, las plantas y los animales como un sistema interconectado. El segundo es la regeneración del suelo mediante el uso de bioinsumos elaborados a partir de microorganismos del bosque y sales nutricionales, en reemplazo de antibióticos y fertilizantes industriales. Las heces del ganado se reincorporan al suelo como abono, favoreciendo la vida microbiana.
El tercer principio es el pastoreo rotacional, que organiza el desplazamiento del ganado por parcelas para permitir que la tierra se recupere. El cuarto son los sistemas silvopastoriles, que integran árboles dentro de los potreros, proporcionando sombra, alimento, delimitación natural y nuevas oportunidades productivas.
Avances en sistemas silvopastoriles
El avance más reciente se registró en 2024, cuando 20 familias del distrito de Iberia iniciaron la implementación de sistemas silvopastoriles en 40 hectáreas. En estos espacios, los árboles cumplen funciones específicas: algunos aportan alimento al ganado, otros brindan sombra o cumplen un rol forestal. La selección combina especies nativas y locales, adaptadas a las condiciones del ecosistema amazónico.
Según las proyecciones técnicas, por cada hectárea restaurada bajo sistemas silvopastoriles, en un plazo aproximado de diez años podrían regenerarse de manera natural hasta cinco hectáreas adicionales. Además de mejorar la productividad ganadera, esta estrategia contribuye a la recuperación de la biodiversidad y a la conectividad ecológica en una de las zonas más sensibles del país.




