Uno de los trabajos más arriesgados durante esta pandemia del COVID-19 es el de recoger cadáveres, lo cual realizan de manera silenciosa hombres y mujeres que asumieron el alto peligro de infectarse; sin embargo, comprenden que su labor es fundamental y el miedo pasa a un segundo plano.
En la región Loreto, actualmente con 49 mil 411 casos positivos de coronavirus y 2529 muertes entre confirmadas y sospechosas de la enfermedad, existe una brigada humanitaria de recojo de cadáveres COVID-19 conformada por un grupo de ocho personas que trabajan en horario nocturno, en la provincia de Maynas.
Dentro de este grupo Edwar y Pierre son los dos jóvenes encargados de embolsar y cargar los cadáveres, mientras que su compañera Margarita toma nota de los datos del fallecido.
Tras esto, a todos los cuerpos se les hace una prueba rápida para conocer si tenían coronavirus o no. Luego se determina en qué cementerio será enterrado de acuerdo al resultado.
“En la época fuerte de la pandemia en Loreto llegamos a recoger hasta 100 cadáveres por día. Estos morían en las calles, mercados, vehículos, restaurantes, fuera de los hospitales y hasta dentro de la espesa selva”, relata uno de ellos.
Frente a esta situación, ambos comentan que ya se acostumbraron pero el temor continúa cuando recuerdan que algunos de sus colegas padecieron la enfermedad.
Como medida preventiva duermen en ambientes separados de sus familiares; además, cuentan con trajes bioseguros que desinfectan diariamente tras culminar su jornada.
Pese a que, actualmente, las muertes por COVID-19 han disminuido según los últimos informes de la Dirección Regional de Salud en Loreto, estas personas continúan alertas y esperan a que todo culmine lo más pronto posible.
DATO
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