Si la gestante está mal alimentada, tanto ella como el bebé pueden tener serios problemas de salud y, en el caso del neonato, además, problemas en su desarrollo.

El cerebro y sistema nervioso del bebé necesita omega 3 del pescado graso y por ello la madre debe consumirlo 3 veces por semana. También incluir ácido fólico de alimentos fuente como la soya, semillas de girasol, espinaca, acelga, garbanzo, almendras y maní.

También debe evitar la anemia. Para ello es importante que incluya carnes rojas, cuy, pichón, bofe e hígado. Asimismo, reforzar este mineral aún más hacia el último trimestre de gestación ya que al dar a luz le transfiere reservas por el cordón umbilical pero, además, la madre pierde sangre en el parto.

El calcio y la vitamina D en alimentos deben estar presentes a diario. Incluir lácteos es la manera más rápida de cubrir este nutriente. La fibra de verduras o granos enteros tiene que ser parte de la dieta para reforzar la microbiota y evitar el estreñimiento.

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