¡Qué tal!

La aceptación de perder o ganar no es algo que el ser humano asimile rápidamente; es un aprendizaje que toma mucho tiempo y práctica. En ese ínterin pueden abundar las diatribas y también las celebraciones exageradas, porque así es la naturaleza humana.

Es más, a veces la aceptación es volvernos de alguna manera siervos de algo o de alguien. Escrito está que somos esclavos de nuestras palabras.

Y en ese estatus psicológico estamos los peruanos en este momento frente a la derrota con Colombia por las Clasificatorias a Qatar 2022 y los resultados que tendremos en los comicios del domingo entre Keiko Fujimori y Pedro Castillo.

Ciertamente fue una noche de terror en el Nacional. A la abulia de los jugadores (salvo el estoico Lapadula) se sumó el desorden táctico, casi un experimento, que puso en práctica Ricardo Gareca. Pero como dice el lugar común, así es el fútbol: se gana, se pierde o se empata.

Y aquí aflora lo que decíamos líneas atrás: la aceptación, que no es lo mismo que la resignación porque eso puede jalar al conformismo. Y claro, no puede faltar la crítica al entrenador.

A Marcelo Bielsa le dicen “El Loco”, pero con su sapiencia nos pinta la cancha mismo psicólogo: “No permitan que el fracaso les deteriore la autoestima. Cuando ganas, el mensaje de admiración es tan confuso, te estimula tanto el amor hacia uno mismo y eso deforma tanto. Y cuando pierdes sucede todo lo contrario, hay una tendencia morbosa a desprestigiarte, a ofenderte, solo porque perdiste. En cualquier tarea se puede ganar o perder, lo importante es la nobleza de los recursos utilizados, eso sí es lo importante; lo importante es el tránsito, la dignidad con que recorrí el camino en la búsqueda del objetivo. Lo otro es cuento para vendernos una realidad que no es tal”.

Ya lo saben entonces: pasado mañana, el pueblo tendrá la palabra en las ánforas y después del flash unos sentirán que han perdido y otros que han ganado. Lo importante es que gane el Perú.

Esto fue todo por hoy, cierro el ojo crítico, hasta el lunes.