¿Quieres vivir en “LimaFlores”? Esa era la pregunta que en 2018 el entonces candidato a alcaldía de Lima, Jorge Muñoz, les hacía a los limeños, como parte de su campaña electoral, para convencerlos de que voten por él. Mostraba su trabajo en la Municipalidad de Miraflores como modelo de lo que haría en la capital de ganar las elecciones y en una entrevista a OJO dijo que cuando se ofrecía una “LimaFlores” se refería a que los ciudadanos vivan con dignidad.
Este martes, el “Colorao” cumple tres años en el sillón municipal, que tomó tras salir victorioso en las urnas gracias a sus promesas, sin embargo, para expertos consultados por este diario su gestión, a la que le restan los últimos doce meses, es hasta ahora “decepcionante”.
El arquitecto Óscar Apaza, miembro de UDEAL, organización que agrupa a estudiantes y profesionales en temas urbanos, calificó como “más de lo mismo” al desempeño de Muñoz en la Municipalidad de Lima porque “desperdició la oportunidad” de diferenciarse en lo que había sido el manejo de la ciudad por su antecesor, el recientemente fallecido Luis Castañeda, y que se caracterizó por priorizar al vehículo particular.
”No usó la oportunidad para generar un punto de quiebre en ese aspecto y siguió apostando por las mismas fórmulas fallidas que nos han llevado a tener una ciudad como la que tenemos: con altos índices de desigualdad, carencia de espacios públicos y áreas verdes, y un sistema de movilidad que ha colapsado”, refirió.
Por su parte, la urbanista y directora de Lima Cómo Vamos, Mariana Alegre, consideró que había expectativas más altas del desempeño del alcalde y mayor exigencia de la población por ciudades más sostenibles, pero no han sido satisfechos por sus obras, que mantienen un “enfoque proauto y más caduco”. “Hay contradicción entre la promesa que hizo con los resultados”, señaló.
Aunque lo ejecutado es en su mayoría herencia de la gestión Castañeda, opinó que pudo haberle impregnado el enfoque que puso en práctica en la comuna de Miraflores y adaptarlas para los peatones. Apaza agregó que esa continuidad es visible en obras como la del óvalo monitor, en La Molina.
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Lo bueno y lo malo de la gestión
Tanto Apaza como Alegre coinciden en que una diferencia de la gestión de Muñoz es que “sus obras no están bañadas con el velo de la corrupción” y “no se cuestiona su honestidad, buena voluntad y transparencia”.
El arquitecto de UDEAL consideró un acierto sus intenciones “muy tibias” de lo que debería hacerse en Lima, que se reflejaron en la implementación de ciclovías, pero que aún son precarias o desaparecieron. También la peatonalización del Centro Histórico, cuyo problema es que no involucra los sectores olvidados.
En tanto, la urbanista ve como desaciertos no haber tenido una lectura completa de las demandas ciudadanas que han ido cambiando y tienen que ver con temas de desigualdad, vulnerabilidad. Además de falta del liderazgo metropolitano y capital político que permite articular con los distritos de la capital, se suma, dice Apaza, su incapacidad para conectar o comunicarse con la gran mayoría de la ciudadanía.
Para Alegre, en tanto la pobreza aumente, el alcalde debe enfocarse en cómo generar reactivación económica y bienestar social, por ejemplo con una estrategia de espacios públicos, mientras que para Apaza es imprescindible que aplique a sus obras una visión integral.