Mientras el Ministerio de Transportes y Comunicaciones decide tomar el control de la Autoridad de Transporte Urbano para Lima y Callao (ATU), la Municipalidad de Lima hace un amague para empadronar a los ilegales taxis colectivos, y la bancada del corrupto Vladimir Cerrón busca legalizar este precario e inseguro sistema de transporte, el público paga los platos rotos al seguir de usuario de un servicio propio de un país incivilizado. Son los peruanos que no tienen auto propio ni dinero para pagar un taxi por aplicativo quienes cada mañana salen a tentar suerte y jugarse la vida frente al patético sistema de transporte público de pasajeros, que es una jungla donde gana el más fuerte. El control de las autoridades es mínimo. El ciudadano está cansado de que no haya solución a su diario padecimiento y de nada le vale que las autoridades no encuentren un rumbo y anden peleando entre ellas. Urgen soluciones que por años no hemos visto. Muchos defienden hoy a la ATU, pero en más de cinco años poco o nada se ha hecho. Es la cruda realidad.