La recién inaugurada Vía Expresa de la Línea Amarilla, de 9 kilómetros de extensión, viene siendo utilizada por varios conductores, quienes han expresado su malestar por el tráfico que se genera para acceder y salir de esta arteria, que incluye un túnel que pasa debajo del río Rímac.
La nueva obra vial, que une San Juan de Lurigancho y el Callao, en menos de 30 minutos, termina en el cruce de las avenidas Morales Duárez con Elmer Faucett, donde, según OJO apreció, se forma una gran congestión vehicular.
“Hace falta que, por lo menos, se haga un paso a desnivel o un viaducto aéreo para salir de Faucett. Nos sacan rápido por el túnel, pero igual perdemos tiempo cuando salimos”, contó a este diario uno de los conductores.
Soluciones. Hace unos días, el gerente general de Lamsac, Laurent Cavrois, emplazó a la Municipalidad del Callao a que agilice el tráfico en ese tramo de la caótica avenida Faucett, donde termina la nueva autopista.
“Nuestros clientes serán muchos camiones que van y vienen del puerto a la Carretera Central o al sur y tienen que cruzar Faucett, que es una pesadilla. Para arreglar esto, necesitamos un viaducto o un túnel. Morales Duárez, a partir de Faucett, pertenece al Ministerio de Transportes y sería una obra conjunta entre ellos y el Callao”, explicó.
Otro problema es que los tres semáforos de la zona no están sincronizados, lo que retrasa el paso de los vehículos en la Vía Expresa de la Línea Amarilla. La Municipalidad de Lima respondió que los semáforos se sincronizarán con la denominada “ola verde”.
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