Hola, soy Magaly Moro y leo todos los días tu caso del corazón para darte un consejo. Siempre protejo la identidad de las personas que me escriben porque esta historia podría ser la de cualquiera.

El amor nos impulsa a ser mejores personas, pero también nos puede cegar y poner contra la espada y la pared. En este espacio recibirás un consejo, el consejo de una amiga anónima. Ojo, esto no es una terapia. En muchos casos sí es importante recurrir a una, ya sea solo o en pareja.

Hoy te cuento la historia de Daniel, de 33 años.

Daniel (33 años). Doctora Magaly, le escribo porque me encuentro en una situación curiosa con mi enamorada Natalia. Ella es una mujer hermosa, de buen corazón y con quien comparto momentos muy felices desde que empezamos nuestra relación hace un año. Sin embargo, hay un detalle que me está incomodando cada vez más: su afición por el chisme.

Aunque es ingeniera, pareciera que tiene una maestría en farándula. Se sabe los pleitos de los famosos, las infidelidades, las reconciliaciones y cada novedad del espectáculo nacional e internacional. Al principio me causaba gracia, pero ahora cada vez que salimos llega un momento en que la conversación gira solo en torno a eso, y me parece repetitivo.

No queda ahí, doctora. También me cuenta con lujo de detalles lo que pasa en su trabajo: que quién discutió, que quién fue ascendido, que quién anda saliendo con quién. Y no solo eso, también quiere que yo le cuente los chismes de mis amigos. Cuando le respondo “solo sé eso”, ella se entristece y me dice: “Esa información no me sirve para nada”.

Yo amo a Natalia y no quiero que esta costumbre dañe lo que tenemos. Pero ya no sé si estoy exagerando, si debería aceptarlo como parte de su forma de ser, o si más bien debo hablar en serio con ella antes de que este detalle desgaste nuestra relación. Doctora, ¿qué hago con Natalia y su lado tan chismoso?

OJO AL CONSEJO

Querido amigo, el chisme puede parecer inofensivo, pero cuando ocupa demasiado espacio en la relación, termina desgastando. Lo primero es conversar con Natalia de manera tranquila y honesta: hazle saber que disfrutas su compañía, pero que esa costumbre a veces te abruma. No se trata de prohibirle lo que le gusta, sino de marcar límites sanos. Ofrécele otros temas en común que fortalezcan el vínculo y generen conexión real. También evalúa si esta conducta es algo pasajero o parte de su esencia. Recuerda que nadie es perfecto, pero tampoco debes sentirte incómodo siempre. Si el amor está, el diálogo sincero será la clave.